viernes, 29 de mayo de 2009

Antecedentes del Asentamiento Poblacional

Títulos de Dominio...

Título de Dominio Hijuela N° 3, asignada al Colono Isaías Emhart AmpueroInicialmente, la llegada de familias al sector era a través de una postulación o solicitud a la Armada, no debían pagar dinero alguno.

La primera formalización de las Hijuelas entregadas a los cinco colonos de Pantanosa, se realizó en el período presidencial de Don Juan Antonio Ríos (1942 – 1946). Más tarde, en el período de Don Gabriel González Videla (1946-1952), se les otorga título de dominio.


Características de las Casas...

Casas típicas de la época con forros de tablones y revellines
Las primeras construcciones no se hicieron con trazado de calles, los primeros predios posean más de una entrada y las casas fueron construidas con “junquillos” y con los recursos que la naturaleza entregaba, no había otro material.

Don Alberto Ruiz, señala: “estas casas o chozas, eran muy pequeñas, en su interior sólo entraban las camas, una mesa, los que tenían mesa, los que tenían bancas, una estufa y los que no tenían estufa un fogón, todo en una sola pieza”.

“Mi papá nos hacía los catres, nos cuenta la Señora Olga Emhart, con maderas, con palitos, las patas las hacía con trozos de revellines que se adosaban a las maderas y los enterraba en la tierra, les llamábamos "patitas de oso" y ahí se le ponían las payasas: sacos de lino unidos y estirados de a cuatro y rellenos con paja, a modo de colchones”.

Abastecimiento de los Colonos...

Cosecha de papas en Hijuela N° 4, originalmente asignada al Colono Plutarco Serón, cedida a Ernesto Agüero quien a su vez cedió parte de ellas a Luis Figueroa y a Juan Ruiz AyancánEn las primeras décadas de poblamiento no existía negocio alguno en la zona. El más cercano se encontraba en Frutillar, en éste se compraba: arroz, café, sal, azúcar o harina, todo lo cual se vendía a granel y en bolsas de papel.

Los colonos comenzaron a trabajar sus tierras, siembras y huertas y otras actividades agrícolas, vendían leña o leche, y otros se desempeñaban en la fábrica como obreros, como fue el caso del padre de don Alberto Ruiz. Otras familias se dedicaron a la crianza de animales, como ovejas, bueyes o vacunos.

Los primeros y segundos colonos no vendían sus tierras, sino que las usaban como material de trueque: las cambiaban por comida o por especies, ya que de acuerdo a los documentos, así debía ser.

Segundos Colonos...

Luego se realizó una segunda partida de asentamientos, ello gracias a que muchos de los primeros colonos cedieron parte de sus terrenos y otros, porque, como se requería, solicitaron tierras a la Armada.

Los segundos Colonos en asentarse fueron:

Ernesto Agüero
Esteban Águila
Amelia Miranda
Olegario Miranda
Hilario Guerrero
Francisco Ruiz

Según el relato de don Alberto Ruiz: “esta llegada se produjo entre 1950 y 1952, cuando era presidente Don Gabriel González Videla.

Don Plutarco Serón cedió terrenos a Ernesto Agüero quien a su vez subdividió a varias personas, como a Luis Figueroa y a Don Juan Ruiz Ayancán, padre de don Alberto. Los otros de ésta segunda partida solicitaron hijuelas a la armada.

Nuestra familia, dice Don Alberto Ruiz, se asentó en el año 1954. Yo llegué a la zona a los cinco años de edad y me acuerdo que llegamos en carreta con nuestras cosas, para mí como niño, era como un juego. Primeramente, llegamos a arrendar en los terrenos de Don Ernesto Agüero, él tenía unas casas, o no eran casas en sí, sino paramientos de revellines o estacones. Nuestra familia llegó a vivir a estos terrenos compuesta por mis padres Don Juan Bautista Ruíz Ayancán y Zulema Barría Paredes y ocho hijos: Orlando, José Miguel, Pedro, José Del Carmen, Juan Mamerto, Olga, José Carlo y yo, Alberto. Luego en el año 1955, nace otra hija del matrimonio; Magalia, la menor. Nuestra familia no tenía camas, dormíamos en “Payasas”, que eran una especie de camas pero llenas de pajas de avena con sacos de pita cocida. Ahora que la familia se había trasladado de sector, mi padre debió también cambiar de trabajo, comenzó a trabajar en la lechera, lo que fue CAFRA y hoy es “Bioleche”.

jueves, 28 de mayo de 2009

Antecedentes de la Vida Cotidiana de Los Colonos de Pantanosa

Educación de los Hijos...

Sólo algunos hijos de los colonos podían asistir a la escuela y esto se debe a que mayoritariamente la crianza o la vida cotidiana de las familias se basaba en el trabajo. Era preocupación permanente, trabajar la tierra para las siembras, cortar leña, cuidar de los animales y otros.

Nos cuenta la Señora Olga: “cuando estaba vivo mi papá, sembrábamos trigo, los hijos trabajábamos a la par, cortábamos leña, por eso que no fuimos a la escuela, teníamos que trabajar. Mi papá era muy exigente, muy exigente y uno, trabajaba tanto...Las chicas Andrade pudieron ir a la escuela, y nosotros las envidiábamos, cuando ellas volvían, nostras estábamos trabajando”.

Los hijos de colonos y los que posteriores asistieron al colegio, lo hicieron en la escuela que actualmente conocemos como Arturo Alessandri Palma de Frutillar Alto (ex escuela Básica N° 10).

Nos cuenta la señora Clénida: “Algunas familias tenían más dedicación para poder mandar sus hijos en el colegio, en el caso de la señora Adelicia, ella me cuenta que recibían “caldas” cuando no iban al colegio, no querían ir por que perdían sus zapatos y ensuciaban su ropa en el barro”.

Rol de las Madres...

Eva Del Carmen Cofré, esposa del Colono Isaías Emhart, tejiendo. Labor típica de las mujeres de la época
Las esposas o madres tenían por labor principal atender a sus maridos y criar y cuidar a sus hijos -los cuales tenían en gran cantidad - hacer la ropa, mantener la casa, por lo que no trabajaban en los quehaceres de las tierras.



Vestimenta de la Época...

Olga Emhart Cofré, hija del Colono Isaías Emhart hilando, actividad típica de la mujer de la épocaEn cuanto a la vestimenta a la que accedían los primeros colonos, era la que fundamentalmente se fabricaban ellos mismos, para lo cual ocupaban los sacos de harina, extrayendo de éstas la misma pitilla, a modo de hilo.

Comprábamos azúcar, arroz y harina, dice la Señora Olga Emhart, ocupábamos los sacos para hacernos ropa, y el hilo muchas veces era la misma pitilla, las sábanas también eran de sacos harineros, al igual que las toallas y la ropa interior.

No era muy habitual usar zapatos, se usaban los estaquillados, zapatos de cuero, pero clavados con clavos de madera.

Atención de Salud...

En cuanto al ámbito de la salud, no había servicio médico alguno en la zona. Era muy tradicional que los partos y las enfermedades menos graves se atendieran en las casas. Incluso se recuerda que algunos enfermos fueron llevados en carreta a atenderse en los alrededores por enfermedades más graves.

“Yo recuerdo, dice Don Alberto Ruiz, que a mi hermano el menor, lo llevaban donde vivía doña Teopista Antilef, había una casa, como una posta, donde estaba la “Población Emergencia”.

La Religión y las Celebraciones Festivas...

Actividades de Escuela Dominical de la Iglesia metodista. Luis Figueroa y la Pastora Irene Yáñez junto a los niños del sectorLos colonos no propiciaban ni promovían las celebraciones religiosas, pero si habían catequistas. La Semana Santa se celebraba porque no se trabajaba, en general no se iba a misa ni se rezaba en las casas. En navidad, se trabajaba.

“Nunca nos celebraron cumpleaños, dice la Señora Olga Emhart, sólo tengo recuerdo de ello hasta cuando éramos grandes”.
Mi padre, si celebraba su santo: San Juan, dice Don Alberto Ruiz. Y además, era rezador”.

Las fiestas comunitarias que se hacían eran en beneficio de las organizaciones que existían, como el club deportivo y las femeninas.

Velorios y Funerales...

Don Alberto recuerda, con respecto a los velorios:

“Eran como una fiesta, bien comida. Recuerdo que a don Isaías Emhart, lo velaron en la mesa, hicieron una mortaja negra, mientras hacia la urna don Esteban Águila, por qué lo recuerdo, porque no había pintura negra para pintarlo negro, así que lo hicieron con pasta de zapato, para que quede negra y… ahí bueno, se repartía la cena, el café, se tomaba, se hacían chistes, mucha alegría. Había harta solidaridad, cuando había una persona enferma se le iba a acompañar”.

Y la señora Clénida Nié recuerda que; “Los dolientes vestían con ropa negra, los otros, como iban a una fiesta, tenían que ir con la mejor ropa que tenían”. La ropa de los difuntos no debía tener lana, ni botones, ni alfileres.

En el caso de los Angelitos era lo mismo, pero la mortaja era blanca. La madrina era la encargada de dar la mortaja y depositarlo en la urna. En esa época, se morían muchos niños”.